viernes, 23 de mayo de 2014

Lesbianas, bicuriosas y la pendiente de Gauss VS la teoría Queer

De un tiempo a esta parte, tras mucho tratar con diversas amigas lesbianas, me he ido dando cuenta de que eso de la comunidad LGTB, lejos de ser una gran familia feliz y unida, es más bien una especie de batalla campal a varias bandas entre las que destaca con luz propia una animadversión fascinante: lesbianas "de pura cepa" VS bisexuales. Tras mucho hablar con unos y otros, he llegado a la conclusión de que el conflicto tiene algo de malentendido y mucho que ver con los "lugares comunes" de la mal llamada sabiduría convencional y sobre todo, con los problemas inherentes a eso de las identidades sexuales fluidas. Todo ello aderezado, por supuesto, con el clásico y nunca pasado de moda problema de "la gente es que es muy tonta".  Así que como no me gusta ver cómo pelean mis amigos entre sí, voy a arrojar un poco de luz sobre este problema.

Ya era hora de que ganara Eurovisión una chica Bond cantando la del Snake Eater


Lo primero, expongamos la raíz de todo este conflicto: a poco que uno trata con lesbianas, enseguida sale un espinoso tema: lo de enamorarse de una chica hetero. Tarde o temprano pasa, dentro de la comunidad de lesbianas es como una especie de rito de madurez. Sin embargo, lejos de quedarse en una especie de amor platónico imposible y a otra cosa, el problema es que tarde o temprano la hetero en cuestión descubre que es (¡tachán, tachán!) bisexual.

Y es que ha descubierto su atracción por las mujeres con la lesbiana enamorada de turno. ¡Qué emoción! ¡Qué bonito todo! ¡Eres la desheterosexualizadora! (TM) ¡Con eso por lo menos desbloqueas diez logros de la XBox de la vida! ¡Y la relación es romántica! ¡Y sexual! ¡Y mola mil!  Pero... tarde o temprano resulta que la cabra tira para el monte y la bisexual recién convertida resulta que oye, que verás, que al final prefiere eso de los penes y la relación acaba con montones de lágrimas, drama y una lesbiana agraviada que jura clamar venganza contra las heterocuriosas y que afirma convencida que -gasp- eso de la bisexualidad no existe.

En el otro extremo del ring, y causante de este todo enmierdé, tenemos a la teoría Queer, popularmente conocida (y malinterpretada) como "todo el mundo en realidad es bisexual y no lo sabe". La interpretación políticamente correcta del bollodrama anteriormente descrito es que simplemente, la heterocuriosa en cuestión no abrazó su bisexualidad natural inherente a todo ser humano por oh, ah, las presiones de la malvada y pérfida sociedad heteronormativa que nos retuerce y obliga a ser lo que no somos y a hacer cosas que no queremos hacer como tirar de la cadena después de usar el retrete o enamorarse de tal o cual persona. El hecho de que a los dos días de la ruptura la bicuriosa esté inmersa en una relación auténtica y romántica con un chico es algo que oye, mejor ignoramos, que nos jode la narrativa tan chula que nos hemos creado. Recordad niños: no dejéis que la realidad te joda tu ideología... o tu teoría académica.

Tal y como cabe imaginar, ambas narrativas son erróneas y ciertas al mismo tiempo. La bisexualidad sí que existe... tan sólo que no tal y cómo se la imagina la corrección política.

Y es que la postura de "todo el mundo es en realidad bisexual" nace de aplicar la lógica de la llamada "campana de Gauss". Pero de aplicarla mal, quiero decir. Para los despistados, recordaros que la campana de Gauss es un concepto estadístico que viene a decir que en una muestra lo suficientemente amplia, lo que abunda es el medio y lo raro de ver son los casos extremos. Por ejemplo, la mayor parte de las personas tiene una estatura media, y sólo una minoría tiene gigantismo o enanismo. Lo mismo sirve para otras características no físicas de la persona como la inteligencia así que... ¿por qué no la sexualidad?

Arriba, la aplicación de la campana de Gauss a la orientación sexual

Si la sexualidad es algo fluido, gradual y plástico tal y como defiende la teoría Queer, con cada individuo teniendo un grado particular de más o menos atracción por un sexo u otro, lo lógico sería pensar que el grueso de la población pertenezca a ese gran trozo del medio de la campana de Gauss en el que se siente algo de atracción por ambos sexos, ergo ¡Todos (o casi todos) somos bisexuales! ¡A todos nos atraen hombres y mujeres! ¡Lo raro (estadísticamente hablando) es ser heterosexual u homosexual "puro" y verse atraído sólo por un sexo! Bufff, con lo aburrido suena eso ¡Todos somos "grises", no blancos o negros! ¡Qué guay y qué bonito todo! Que modelno. Entonces ¿por qué esa teoría suele fallar estrepitosamente en cuanto se la pone en contacto con la realidad? ¿Por qué "la cabra tira para el monte"? ¿Por qué las lesbianas se encuentran una y otra vez con chicas que se definen como bisexuales para luego comportarse como heterosexuales arrepentidas, con todo el berrinche que ello acarrea?

Arriba en gris, la gran "mayoría silenciosa bisexual" de Gauss según la post modernidad en general.
Nótese como los monigotes levitan en el vacío de manera absurda

Pues porque la sexualidad no es una campana de Gauss: es una pendiente de la cual te caes rodando a un extremo u otro por acción de la gravedad. Porque estamos tratando con seres humanos, no con números, e ignorar nuestra condición humana para amoldar la realidad a cómo nos gustaría que fueran las cosas es comprar papeletas para cagarla de medio a medio.

La sabiduría popular postmoderna cree que basta con que no te dé repelús ningún sexo para ser un bisexual de pleno derecho y que por lo tanto, hay bisexuales hasta debajo de las piedras. Mientras que una parte de las lesbianas aducen que eso es falso, y que la bisexualidad es un postureo imbécil, algo inexistente, una mentira que nos hemos creído todos a base de repetírnosla.

Yo digo que ni tanto ni tan calvo, pero que las lesbianas tampoco van muy desencaminadas en cuanto a lo del postureo. La gente que se ve atraída por ambos sexos por igual, existe ¡Claro que sí! Los bisexuales no son unicornios ni bestias mitológicas. Pero son una minoría dentro de una minoría, mal que les pese. Porque no son el grueso central de la campana de Gauss, si no sólo una sección transversal, finísima y minúscula, situada en su justo medio. Todos somos grises sí... pero grises oscuros, o grises claros. Sólo una minoría de personas son de un gris cuasi perfecto compuesto por un 50% blanco y 50% negro. Puede que verse "algo" atraído por ambos sexos sea algo bastante extendido, pero lo habitual es que haya mucha más atracción hacia un sexo que otro. Rara vez es algo perfectamente equilibrado.

Y como resulta que somos humanos, a poco que uno se salga de ese centro de la campana, en cuanto perdemos el equilibrio de atracción entre sexos enseguida "rodamos" hacia un lado u otro y acabamos indefectiblemente, identificándonos con los extremos de la identidad sexual. La construcción de la identidad sexual entorno a la dicotomía heterosexual VS homosexual no es una imposición cultural 100% artificial, si no el resultado lógico de que es que verás, si me atraen un 90% de las mujeres y un 10% de los hombres, eso significa que tendré 9 veces más experiencia y facilidad trabando relaciones románticas con las primeras que con los últimos, y que por lo tanto, pasaré muy mucho de complicarme la vida más allá de un polvete, por pura y humana comodidad y cálculo sanamente egoísta e interesado de esfuerzo VS beneficio. Si quieren llamar a eso "bicuriosidad", adelante, ustedes mismos. Pero nadie necesita que le apunten con una pistola o que su familia sea del Opus Dei para decidir por sí mismo hacer la croqueta por la pendiente de Gauss hasta descansar en uno de sus dos cómodos extremos. Guarden el discurso maniqueo e infantil de la sociedad opresora para los lectores de Crepúsculo, por favor.

Arriba, bicuriosos despeñándose por la pendiente de Gauss, fuera de la no-tan-gran zona gris al aplicar la gravedad propia de vivir en el planeta Tierra
Y no, en efecto, yo no soy quien para decirle a nadie cómo debería definirse a sí mismo. No soy quien para juzgar a nadie. Pero si desean una vida feliz y libre de dramas, recuerden que el imperativo ético de conocerse a uno mismo y ser honesto hacia tu propia persona se sigue aplicando sea cual sea tu orientación. Y como estamos inmersos en eso del postmodernismo, digo de completar la frase. Antes de colocarte una etiqueta de "bisexual" (o cualquier otra) conócete bien a tí mismo. Que este mundo ya tiene suficientes dramas como para añadir otros de nuevo cuño.

1 comentarios:

Zylgrin dijo...

No sé, Ikael... cada uno que se ponga la etiqueta que le parezca, que la construcción de la identidad, tanto la sexual como cualquier otra, es un proceso interno e íntimo.

Por otro lado creo que a tu análisis le vendría bien incluir una característica importante de la campana de Gauss como es la anchura total a media altura, porque eso de que "las personas no somos números" es un lugar común que me parece que no está a la altura de tus razonamientos habituales.

Quiero decir que el porcentaje real de personas que se encuentran en el centro de la campana depende de lo ancha que sea esta campana, en una campana muy ancha en la que los extremos están muy lejos esta proporción es muy pequeña, y puesto que la totalidad de la población viene descrita por el área bajo la curva, la consecuencia es la misma que tu símil del tobogán: hay proporciones no despreciables de gente en todo el recorrido del sondeo y al final la cabra tira al monte y lágrimas y desamor en todos lados.

Mientras que la teoría políticamente correcta sugiere una campana de Gauss muy estrecha en la que casi todo el mundo está en el centro y los que están en los extremos son cuatro gatos raros. Por poner un símil médico, la fecha prevista de parto se da en base a una campana de Gauss muy ancha con el máximo en el día que se cumplen 40 semanas, pero en realidad como los partos a término ocurren en cualquier día entre la semana 37 y la 42, pues el día que te dan es orientativo y solo un 4% de las mujeres paren ese día. Sin embargo, por ejemplo la tensión arterial podría ser una campana estrecha: casi todo el mundo tiene la tensión "normal", y hay algunas personas, pocas, que la tienen muy alta o muy baja.

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