De un tiempo a esta parte, se ha puesto muy de moda en occidente las campañas de “concienciación social” que apelan a “la responsabilidad cívica” y a la colaboración ciudadana para solucionar los grandes males del mundo. En todo el mundo civilizado se multiplican las campañas bienhechoras para que nosotros, el ciudadano de a pie, ahorremos agua, acabemos con las expresiones racistas o separemos residuos.
El paroxismo de estas campañas que apelan a la responsabilidad personal han llegado con la pandemia de la COVID, momento en el cual las autoridades se ven forzadas a imponer una multitud de medidas que requieren de una estrecha colaboración ciudadana: Llevar mascarilla, mantener distancia social, turnos para salir a pasear, y un largo etc.