Para el despistadillo que no se haya enterado, hace un par de días Madrid volvió a perder su tercera (¡TERCERA!) puja olímpica para el 2020. Como madrileño que soy, no me puedo resistir a comentar esta situación, pero vaya por delante una cosa: no me voy a regodear en las variadas y conocidas causas que nos han llevado a la derrota. Muchas de ellas fueron silenciadas por nuestros medios, como la vergonzosa actuación de nuestras autoridades con el caso Contador (no creo que la destrucción de pruebas de dopaje sea una buena manera de congraciarse con el comité olímpico), y otras de ellas
vox populi como lo precario de nuestra economía o la falta de prestigio de España en estos momentos. Ni si quiera voy a centrarme en si
debemos presentar una candidatura, ya que
desde un punto de vista estrictamente económico, organizar unos juegos olímpicos implica perder pasta sí o sí, y no estamos precisamente para gastar más dinero en gilipolleces, oh, keynesianos de de baratillo. Pretendo simplemente responder a la pregunta que un desolado amigo mío me hizo al ver cómo eliminaban a nuestra querida ciudad a la primera y que a mí, madrileño de pro, me importaba tres mierdas.
"Necesitamos ilusionarnos con algo, Ikael."
Bien. Voy a formular un proyecto que ilusione de verdad. No voy a centrarme tanto en qué hemos fallado, si no cómo podemos llegar a acertar. ¿Queréis un proyecto que ilusione, para Madrid, para España, y que tenga un mínimo de sentido? Muy bien, os lo daré, junto con una buena dosis de autocrítica. Aquí vamos.