viernes, 24 de octubre de 2014

5 razones por las que odio el feminismo

Sabíais que este día llegaría. Yo también. Y si os soy sincero, lo temo más que un nublado. Porque no "odio" el feminismo per se, de hecho, más bien lo adoro. Pero creo que como toda ideología, es susceptible de crítica. Y que al contrario que el feminismo clásico, que es irreprochable al 100% (no creo que nadie en su sano juicio discuta a día de hoy sobre si las mujeres deben o no votar o si deberían estar subordinadas a sus maridos)  el feminismo moderno o "feminismo de tercera generación" tiene cosas criticables a punta pala. Ahora cabe preguntarse ¿Es eso feminismo? O mejor aún ¿Qué es esa etiqueta que está haciendo correr tantos ríos de tinta por las redes sociales? Yo voy a trazar una línea para orientar esta crítica: feminismo a día de hoy, es es la creencia de que la igualdad entre hombre y mujer no sólo debe quedarse en una igualdad en el plano legal (igualdad de derechos). Dentro de ese amplio espectro ideológico, encontramos cosas buenas, sensatas... y otras que no lo son tanto. Y como ya me he dedicado a comentar sus cosas buenas, hoy toca (sí, en efecto) aquellas 5 razones por las que odio el feminismo.


No true scottwoman




1 - Porque muchas veces confunde sexualidad con sexualización

A poco que uno estudia la fascinante historia del feminismo verá que a lo largo de su evolución no ha estado exento de conflictos internos. Uno de los más sonados fueron las llamadas "sex wars" allá por los 70, que dividieron a las feministas en dos campos enfrentados: las que aseguraban que eso del porno, los anuncios de pechugonas vendiendo cervezas y demás lascivias eran algo que denigraba y dañaba a la mujer VS las que defendían que oye, que eso de la sexualidad humana y su exhibición no tenían nada de malo. Supuestamente, ganaron las últimas (debo de confesar que eran mis favoritas) y aparentemente, el feminismo actual o de "tercera generación" abraza esa postura. Pues bueno, digo "supuestamente" porque cualquiera lo diría. No hay día que pase sin que Internet y las redes sociales ardan en llamas por los cuatro costados bajo acusaciones de "sexualización" en escándalos que tienen más de histeria puritana que que de ningún tipo de argumentación racional más allá de la justificación a posteriori de "me da mal rollo ver a tías en pelotas" o "apelar a la líbido masculina es el mal". Desde consejeras de igualdad desaconsejando la lectura de 50 sombras de Grey y de paso, condenando cualquier tipo de práctica BDSM, a supuestas liberales prohibiendo toda forma  de prostitución, voluntaria o no (ya se sabe que puedes hacer lo que quieras con tu cuerpo, menos venderlo de motu propio) pasando por la incesante caza de brujas en constante búsqueda y denuncia de imágenes subidas de tono en cómics y videojuegos y que denotan un doble rasero desolador a la hora de tratar el desnudo y la sexualidad. Lo cierto es que la batalla académica puede que esté ganada, pero mucho me temo que a pie de calle el discurso puritano rancio ha mutado y se ha aliado con una facción del feminismo igual de rancia que ella. Y es que al fin y al cabo, eso de sentirse incómodo con la sexualidad del sexo propio o ajeno es algo que mucho me temo que trasciende ideologías.

2 - Porque muchas veces confunde igualdad con igualitarismo.

Ya hablé en su momento de este problema en otro artículo, pero bien merece recordarse: El mensaje de una parte de las feministas parece más que una oda a favor de la libertad personal de las mujeres para escoger su rol de género, una agresión en contra de los roles tradicionales: la mujer podrá ser lo que quiera... siempre y cuando no sea una mujer tradicionalmente "femenina". Ya se sabe: quítese usted, mujer afeminada (y por lo tanto, inferior) para ponerme yo, la nueva mujer del futuro triple alfa con cuatro trabajos distintos. Las que no quieran abrazar este nuevo glorioso futuro ¡Fuera, que estorban! Pues que quieren que les diga: mi concepto de igualdad de género no implica mimetizarse con el otro sexo ni ceñirse a otro molde. Desde el desprecio por las amas de casa pasando por la obsesión con una proporción 50-50 en todas las profesiones (bueno, todas las que den pasta al menos) y culminando en la narrativa de la mujer como eterna víctima (una vez más: sacar de la mujer de un rol para encasillarla en otro rol distinto), algunas feministas parecen estar mucho más por la labor no tanto de liberar a las mujeres de los roles de género tradicionales, si no más bien, por reemplazar a estos por otros más de su agrado personal. Y qué quieren que les diga, así no avanzamos nada.

No tan obvio como parece
3- Porque las teorías sobre el patriarcado resultan en muchos casos anti-intelectuales

O lo que es lo mismo: no todas y cada una de las diferencias entre los sexos son producto de la sociedad o la convención. Pensar que las diferencias entre hombre y mujer consisten "sólo" en una diferencia física implica la regresión al dualismo platónico. Volvemos a la consideración de la mente como ente etéreo y 100% desligado del cuerpo. Como si la dismorfia sexual no configurara de ningún modo la mente las personas: que le pregunten a los transexuales si no me creen. O a los neuropsicólogos. Pues que quieren que les diga, esto no es así: gran parte de las prácticas sociales vienen dictadas no por un oscuro comité de opresores patriarcales reunidos en despachos a puerta cerrada, si no por la biología y más prosaicamente, por la necesidad de cada individuo. Distintos cuerpos para distintos sexos implican, necesariamente, un comportamiento sexual distinto. Y ese comportamiento sexual distinto implica, necesariamente, el desarrollo de una serie de hábitos, expresiones y  actitudes diferenciadas y recompensadas con sexo, de ahí que las mayores revoluciones en las relaciones de género hayan venido de (oh sorpresa) avances tecnológicos, materiales, tangibles y relacionados sobre todo con la reproducción. El discurso de "todo es social" puede que sea muy apreciado por sociólogos en todas las universidades del mundo, pero peca de un reduccionismo académico (ese "mi carrera lo explica todo") que llevado al paroxismo resulta, en última instancia, anti-intectual. Los problemas que aquejan a la mujer no surgen simplemente de una costumbre social o de esa muy yanqui explicación de "los medios de comunicación" ni de ese villano amorfo de "el patriarcado", si no que tienen raíces mucho más complejas en la economía, la biología, la criminologia y, en definitiva, en muchas más áreas de la ciencia y el saber humano que van más allá de la convención social o el "es que los hombres nos odian". La cultura, apuntada por una buena parte del feminismo como el gran villano a batir, es el síntoma de un problema, no su causa. Por mucho que "el machismo del mundo empresarial" sea un villano mucho más fácil de odiar (y de pelear) que, pongamos, la autoconfianza  o que no tener hijos y echarle horas al curro sin rechistar sea más recompensado a mejor se pague la profesión.

4- Porque muchas veces se confunde el feminismo con el hembrismo

O con el machismo a la inversa, para entendernos. No, no, no me vengan con que eso del feminismo radical no existe, que son todo invenciones de los omnipresentes opresores patriarcales: el prejuicio hacia quien sea diferente de uno mismo es una constante en la especie humana, y ser mujer no inmuniza frente a ello. Desde sutiles omisiones como eso de que la desigualdad entre géneros en profesiones concretas no importe cuando la balanza está inclinada a favor de la mujer, pasando por artículos argumentando sesudamente que los hombres hemos sido educados para ser violadores (hagan el ejercicio de leerlo sustituyendo "hombre" por "negro", que verán que risas), hasta las llamadas políticas de "discriminación positiva" (ahora resulta que discriminar está muy bien, siempre y cuando el objetivo de dicha discriminación no tenga útero) y que en España llega al paroxismo de las aborrecibles y anticonstitucionales leyes "de género" que paradójicamente, destruyen el mayor logro del feminismo: la igualdad de hombres y mujeres frente a la ley. Mismos delitos, distintas penas y medidas en función de tus genitales, con castigo extra para los hombres. Lo siento mucho, pero eso no es "igualdad". Eso no es "feminismo". Eso no es "discriminación positiva". Responder a una injusticia con otra injusticia se le ha llamado revancha de toda la santa vida, y a pintar a uno de los dos sexos como inherentemente pecaminoso se le ha llamado sexismo, también. Dejen de llamar  "feminismo" a lo que no es si no hembrismo de la peor especie queriéndose dar un baño de legitimidad que no merece.

Es que la desigualdad que mola, mola
5- Porque ha terminado por transformar una cuestión humanitaria, en una cuestión identitaria

Hace casi cosa de un año salió a la luz un estudio que en mi opinión, debería obligar a la reflexión: el declive, pronunciado y marcado, de gente identificándose a sí misma como "feminista" en claro contraste con el número de personas que acepta la igualdad entre hombres y mujeres ¿Por qué si las ideas feministas gozan ahora de más aceptación que nunca, esta palabra causa cada vez más rechazo? Es decir, el hombre medio del día de hoy sería considerado un "radical sufragista" en el siglo XIX ¿Entonces qué está pasando aquí? Mucho me temo que el feminismo ha sido infectado por un virus que mata la democracia y la razón con una efectividad que ya quisieran para sí los regímenes autoritarios: estoy hablando la política identitaria. Con el tiempo, el feminismo ha pasado de ser una ideología a ser una identidad. Y eso ha terminado por causar un rechazo brutal porque se ha construído, tal y como pasa con todas las identidades, por oposición al resto. Los videojugadores son sexistas, las amas de casa son sexistas, los expertos en ligoteo son sexistas, las mujeres religiosas son sexistas, y así un laaaaargo etc de enemigos, listas negras y "traidoras a la causa" que no son si no otras identidades que se han visto denunciadas y agredidas por esa otra nueva identidad en su afán por reafirmarse; eso por no entrar a hablar de la disolución de la identidad masculina moderna, cuestión que daría para otro artículo. Así pues, los problemas humanitarios de las mujeres quedan cada vez más relegados del discurso público en pos de las peleas identitarias. Y qué quieren que les diga, los problemas reales de este mundo nuestro no se solucionan a base de estilos de vida, por mucho que tu identidad te reconforte y la consideres de importancia mundial mientras que la realpolitik te resulte aburrida, ajena y te obligue a mediar con -gasp- personas del exogrupo. Las mujeres no van a dejar de ser acosadas porque resulte que tu presidente tenga vagina y se retire Crepúsculo de las librerías, de igual manera que el calentamiento global no vaya a remitir porque compres verduras "ecológicas" y conduzcas un Prius.

Así funciona mucho mejor
Personalmente no me niego a abrazar el feminismo como idea, me niego a abrazar al feminismo como identidad. Y lo hago exactamente por lo mismo que amo el feminismo, por el último punto de mi anterior artículo. Por lo mismo que dijo la señorita Watson ante la ONU.

Porque creo que hombres y mujeres estamos juntos en esto. Le pese a quien le pese.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario. Tu muerte será rápida e indolora